Ha sonado el despertador a las 07.40h. he sido la única en casa que ha tenido que madrugar, la única que trabaja hoy. todo el ritual matutino se ha ido acompasando al son de la respiración profunda del sueño de los demás. Todo parece más pesado de hacer cuando eres la única persona en funcionamiento en muchos metros a la redonda.
Me escuecen los ojos desde hace varios días, es como si ellos también quisieran limpiarse, como si purgaran y se deshicieran de todo lo que han visto este año y quieren olvidar. Mis ojos y yo estamos de acuerdo. Hay que olvidarse de todo lo que no nos aporta nada, y sí, muy fácil decirlo pero yo sigo enclaustrada en una urna de cristal de un metro cuadrado, a veces se me olvida que estoy rodeada de recuerdos muy pesados y camino rápido y fuerte en línea recta y me choco directamente con ellos. Y me duele, y el golpe me palpita unos minutos. A veces horas, y sólo se me pasa durmiendo. Al despertar el chichón aun está un poquito brillante pero ya no es lo mismo, no duele tanto.
A veces parece que en breve sonará ese despertador. El de esta larga pesadilla que dura meses. Pero el ansia de saber que tiene que sonar y que no lo hace me pone nerviosa y me hace perder el control.
Quizás llegue un día en el que me despierte de manera natural, sin alarma. Pero ese día no querré saber nada de aquella pesadilla. Absolutamente nada. Ni del maldito despertador.
jueves, 27 de diciembre de 2007
de despertadores y pesadillas
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