a mi lado pasaba una mujer y sus dos hijos de 4 o 5 años. la niña llevaba un bolsito rosa del que estaba la mar de orgullosa.
al pasar frente al mendigo, con el descaro inocente propio de los críos, se ha parado frente a él y le ha mirado de una manera inquisidora, intentando entender la situación y lo que el señor había escrito en su cartulina. no me gustaba su mirada hasta que he entendido lo que estaba pensando.
ha corrido hasta alcanzar a su madre y le ha preguntado si no le iba a dar dinero. la madre rotunda ha dicho que no. y la niña que hasta ese momento me parecía maleducada, ha dicho:
- pues sabes que? si tu no tienes dinero que darle, a mi me queda aún un chicle de fresa que no me he comido, así que se lo voy a regalar.
cuando su madre, sin girarse le decía que el hombre seguramente no tendría ni dientes, la princesita ya le estaba dando el chicle al señor quien, a pesar de todo, se le han iluminado los ojos.
y a mi, el corazón