la hibernación de Margot llega a su fin.

su temperatura corporal va subiendo y la frecuencia respiratoria parece que se ajusta.

lejos queda ya la nieve, el silencio y la quietud de todo.

si entorna los ojitos ya adivina el color, el movimiento y el calor. por fin.

siempre sucede igual, cuando empieza a hibernar, lo hace con el corazón vacío, como un cofre en el que solo queda la bola de naftalina. a medida que se acerca el calor y el ruido, su corazoncito se va llenando de pequeños detalles, grandes recuerdos y nuevas sensaciones. hasta que esté tan y tan lleno que sea imposible cerrarlo. a pesar de permanecer abierto, no todo el mundo ve el interior del cofre, para nada, hay a quien le salen polillas de la boca de tan cerrado que tiene el corazón. en este caso, no hay peligro, Margot sabe que puede llevar el corazón al descubierto sin miedo a que le pinchen la delicada carne. son otros los peligros. aquellos en los que la confianza juega un papel importante. es entonces cuando pueden pincharle el corazón tan profundo que salga volando disparado y no sepa dónde y cuándo parará.

incluso así, con el miedo de saber que puede terminar con el corazón loco volando de acá para allá, Margot se va despertando y lo hace bien, bien contenta.